La aspiración a la neutralidad ética es una condición
sine qua non (que no acepta prueba en
contrario) de una sociología bien hecha, sin embargo, acabo de confirmar que la
crítica del mundo social es esencial a esa disciplina y esa crítica se apoya en
última instancia en valoraciones éticas.
Para responder está cuestión empecemos por reconocer que la
introducción de ciertos juicios morales en la investigación de la realidad
social puede disminuir fácilmente la calidad de los resultados.
El hecho, por ejemplo de que el sociólogo proceda de una
sociedad en la que la regla en el matrimonio es la monogamia no le considera a
execrar (aborrecer, odiar) la poligamia, característica de otras sociedades, si
tal hiciera quedaría descalificado de antemano para investigar con objetividad
el parentesco y la familia en los pueblos que practican la poligamia. Mas a
pesar del notable grado de observación racional de su propia sociedad de que el
hombre a veces es capaz, no es posible negar que contempla el mundo juzgándolo
moralmente, valorándolo este hecho, que se opone en apariencia al postulado de
la neutralidad ética, ha dado origen a no pocas disputas sobre la cuestión, de
cuya respuesta se ha hecho depender la validez misma de la sociología como
ciencia.
Los sociólogos pronto se dieron cuenta de los peligros de la
distorsión valorativa. Para evitarlos, Durkheim recomendó que se trataran todos
los hechos sociales como cosas.
Max Weber formulo con claridad la aspiración a la
neutralidad ética, o liberación de los juicios de valor. Por desgracia,
numerosos son los sociólogos que han comprendido a medias el sentido de estas
formulaciones y que creen que es posible y deseable hacer una sociología
perfectamente libre de valores, más esto no es exactamente lo que se pide de
ello.
Weber, por otra parte subraya la necesidad de mantener un
nivel serio de objetividad científica por otra aclaro que tal cosa era algo
completamente diferente de la indiferencia moral en efecto, la existencia de la
actividad valorativa no es un impedimento de naturaleza absoluta, sino solo
gradual.
Así no cabe duda que nuestro conocimiento de la sociedad y
de la condición humana a avanzado en muchas cosas gracias a los desvelos de
hombres profundamente comprometidos con ciertos principios morales y ello
ciertamente de un modo apasionado.
La ciencia de la sociedad mejora cuando prevalece el criterio
de que lo importante que es el constatar sus teorías o interpretaciones son en sí
mismas, ciertas por muy poco claras o sospechosos que sean los motivos que
inspiran a quien las produce. Por la mima razón lo falso siempre es falso aun y
cuando sea presentado como verdadero en nombre de principios supuestamente
nobles o elevados. Desafortunadamente un sociólogo puede poner su talento al
servicio de los poderes injustos que pueden exigir ciertos resultados antes de
que comience la labor.
En ello no hay contradicción real en resolución, la
inteligencia racional y objetiva de la realidad social puede surgir de una
actitud en última instancia, de naturaleza valorativa: puede ser el afán de
verdad o el de justicia, u otro inteligentemente ético.
0 comentarios:
Publicar un comentario